01 noviembre, 2022

El camino de la felicidad

El conjunto de notas clave de cada mundo resuena maravillosamente en el coral inmenso del espacio estrellado. Esto produce un goce inefable en la Consciencia de todos aquellos que disfrutan la dicha en el Mundo Causal. También encontramos en el mundo de las causas naturales a los Señores de La Ley, que castigan o premian a los pueblos y a los hombres. 

Encontramos, en el mundo de las causas naturales, a los verdaderos Hombres, a los Hombres Causales; allí los hallamos, trabajando por la Humanidad.


Encontramos en el mundo de las causas naturales a los Principados, los príncipes de los elementos, del fuego, del aire, de las aguas y de la tierra. La vida palpita intensivamente en el mundo de las causas naturales, el Mundo Causal es precioso. Un azul profundo, intenso, como el de una noche llena de estrellas, iluminada por la luna, resplandece siempre en el mundo de las causas naturales. No quiero decir que no hayan otros colores, sí los hay, pero el color básico fundamental es el azul intenso, profundo, de una noche luminosa, estrellada.


Quienes viven en esa región, son felices en el sentido más trascendental de la palabra. Pero todo premio a la larga se agota, cualquier recompensa tiene un límite, y llega el instante que el Alma que ha entrado al Mundo Causal debe retornar, regresar, e descenderá lamentablemente para meterse nuevamente dentro del Ego, dentro del Yo de la psicología experimental.


Posteriormente esta clase de Almas vienen a impregnar el huevo fecundado, para formar un nuevo cuerpo físico, se reincorporan en un nuevo cuerpo físico, vuelven al mundo. Otro es el camino que aguarda a los que descienden a los mundos infiernos. Se trata de gentes que ya cumplieron su tiempo, su ciclo de manifestaciones, o que fueron demasiado perversas. Tales gentes involucionan indubitablemente, dentro de las entrañas de la tierra. El Dante Allíghieri nos habla, en su Divina Comedia, de los nueve círculos dantescos; y él ve esos nueve círculos dentro del interior de la tierra.


Nuestros antepasados de Anahuac, en la gran Tenochtitlán, hablan claramente del Mictlán, la región infernal, que ellos también ubican en el interior mismo de nuestro globo terrestre. A diferencia pues de algunas otras sectas o religiones, para nuestros antepasados de Anahuac, como hemos visto en sus códices, el paso por el Mictlán es obligatorio, y lo consideran sencillamente como un mundo de probación, donde las almas son probadas. Y si logran pasar por los nueve círculos, incuestionablemente ingresarán al Edén, o sea, al paraíso terrenal.


Para los Sufis mahometanos, el Infierno no es tampoco un lugar de castigo, sino de instrucción para la Conciencia, y de purificación.. Para el Cristianismo, en todos los rincones del mundo, el Infierno es un lugar de castigo y de penas eternas. Sin embargo, el círculo secreto del cristianismo, la parte oculta de la religión cristiana, es diferente.


En la parte oculta de cualquier movimiento cristiano, en la parte íntima o secreta, se encuentra la Gnosis. El Gnosticismo Universal ve el Infierno no como un lugar de penas eternas y sin fin, sino como un lugar de expiación, de purificación y de ilustración a su vez, para la Consciencia.


Obviamente, tiene que haber dolor en los mundos infiernos, puesto que la vida es terriblemente densa dentro del interior de la tierra, sobre todo en el noveno círculo, donde está este núcleo concreto de una materia terriblemente dura; allí se sufre lo indecible... En todo caso, quienes ingresan en la involución sumergida del reino mineral, tarde o temprano deben pasar por eso que se llama, en el Evangelio Cristico, la Muerte Segunda.


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