SICUT SUPERIUS SICUT QUOT INFERIUS Y vi un cielo nuevo, y una tierra nueva porque el primer cielo y la primera tierra, se fueron, y el mar ya no es (Ap. 21: 1). Y yo Juan vi la santa ciudad, Jerusalén nueva, que descendía del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido (Ap. 21: 2). Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será su Dios con ellos (Ap. 21: 3).
Y limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será más, y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas son pasadas (Ap. 21: 4). Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nueva todas las cosas.
Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas" (Ap. 21: 5). Y díjome: Hecho es. Yo soy Alpha y Omega; el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré de la fuente del agua de vida gratuitamente (Ap. 21: 6). Realmente Él es Alfa y Omega, el principio y el fin de todas las cosas. El hombre tiene el cuerpo, el alma y el Íntimo. Más allá del Íntimo, todo hombre tiene tres profundidades: La primera es el origen de la vida; la segunda es el origen de la palabra, y la tercera es el origen de la fuerza sexual.
Estas tres profundidades divinales de cada hombre constituyen el resplandeciente Dragón de Sabiduría. Cada hombre tiene su Dragón de Sabiduría. Él es el Dios Interno. Y es Alfa y Omega, el principio y el fin. Él es el Cristo Interno que el hombre necesita encarnar dentro de sí mismo. A todo aquel que tenga sed, él le dará de la fuente, del agua de vida gratuitamente. Dichoso aquel que sepa beber de las aguas puras de vida, porque nunca jamás volverá a tener sed (Juan 4: 14). La clave está en el arcano A.Z.F....