Estudio del Alma
Vamos a empezar nuestra cátedra de esta noche. Ante todo, mis estimables hermanos, se hace necesario conocer el camino que nos lleva a la Auto-Realización Intima del Ser.
Indubitablemente, es urgente comprender la necesidad de cristalizar en nosotros eso que se llama “Alma”. Jesús el Cristo dijo: “En paciencia poseeréis vuestras Almas”; mas antes que todo conviene entender ¿que cosa es eso que se llama Alma?.
Ciertamente he de decirles que el Alma es un conjunto de leyes, principios, virtudes, poderes, etc. Las gentes poseen la Esencia, el material psíquico para fabricar Alma, o mejor dijéramos para cristalizar el Alma, mas todavía no poseen el Alma.
Obviamente, quien quiera poseer eso que normalmente se denomina Alma, deberá desintegrar los elementos psíquicos indeseables que en nuestro interior cargamos: ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza, gula, etc. Virgilio, el Poeta de Mantua, dijo:
“Aunque tuvierais mil lenguas para hablar y paladar de acero, no alcanzaríais a enumerar todos vuestros defectos cabalmente”.
Obviamente, estos últimos se denominan en el Tíbet “agregados psíquicos”; tales agregados se parecen mucho a los “elementarios” de que hablan las diversas organizaciones de tipo ocultista, son la viva personificación de nuestros errores.
Se dice que Jesús de Nazaret arrojó del cuerpo de María Magdalena siete demonios. Indubitablemente, estos representan a los siete defectos capitales, y se multiplican incesantemente. Tal afirmación del Crístico Evangelio, quiere decir que el Cristo Intimo arrojó de María Magdalena, los diversos agregados psíquicos inhumanos que ella poseía.
Cada uno de esos agregados está organizado en una forma muy similar a la personalidad humana; posee sus tres cerebros: el intelectual, el emocional y el motor-instintivo-sexual; cada agregado parece una persona realmente.
Si nosotros decimos que dentro de nuestra persona humana hay muchas personas viviendo, no estamos exagerando la nota, así es. Y todos esos agregados se combaten mutuamente entre sí, luchan por la supremacía; cada uno de ellos quiere ser el amo, el señor, y aquel que se logra imponer, aquel que logra controlar los cinco cilindros de la máquina orgánica en un instante dado, se cree el único; momentos después sin embargo, es derrocado y otro ocupa su lugar.