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27 noviembre, 2025

Conocí la raza lemúrica

 

LemuriaLa Lemuria, un gigantesco continente, estaba situado allá en el océano Pacífico; tenía un clima sumamente tropical, tremendamente tropical. Los volcanes hacían erupción constantemente. 

La vida era muy distinta en aquella época de como lo es ahora. Todo el mundo parlaba en el lenguaje de la Luz. Si queríamos saludar a alguien no decíamos Good morning o Buenos días, sencillamente nos llevábamos la mano al corazón y decíamos Aibú, y el otro contestaba Aibú. 

Hablábamos un lenguaje muy distinto, era más bien cantadito, y un lenguaje superior, y teníamos poder sobre los elementos: el fuego, el aire, el agua, la tierra, yo mismo caminaba por entre esas multitudes lemúricas. 

Recuerdo pues los poderes; cómo podía desatar el rayo, las tempestades. Nosotros habíamos venido de otros mahanvantaras; conocíamos la vida. Más tarde cometimos el error de tomar esposas cuando se nos estaba prohibido, entonces nos tocó sufrir mucho, sufrir para volver a levantarnos. 

Así pues, conocí la Lemuria en el océano Pacífico; al fin se hundió a través de 10.000 años de incesantes terremotos, por sol de lluvia de fuego y grandes terremotos, como dicen los Aztecas. Todo eso lo conocí entre el fuego y los terremotos, se hundió la Lemuria en el Pacífico a través de 10.000 años. Hubo sobrevivientes, algunos de esos involucionaron tanto que se volvieron liliputienses. 

Hace poco en Bolivia encontraron un grupo de liliputienses; tenían un pueblito; pero esto no es la historia de pulgarcito, eran así como de unos 10 centímetros; los más altos eran gigantes, tenían 20 centímetros, y el pueblito era todo de casitas que parecían de muñecos, un muñequero, y las ollitas, ¿cómo sería donde cocinaban los liliputienses? Todo era chiquito....


https://www.jesusagrario.com/paginas/antropologia/conoci.html

23 octubre, 2025

Yo conocí la raza Lemúrica.


LemuriaYo conocí la raza Lemúrica hermafrodita. Me viene en estos instantes a la memoria aquellos terribles volcanes en erupción constante.

¡Qué tiempos! Todos nosotros los Iniciados usábamos normalmente cierta vestidura sacerdotal muy común; aquellas túnicas sacras veneradas resaltan espléndidas con los colores blanco y negro que simbolizan la lucha tremenda entre el espíritu y la materia.

Era digno de admirarse y verse aquellos gigantes lemures con sus nobles vestiduras y aquellas sandalias que ostentaban grandes borlas. En el entrecejo de aquellos colosos resaltaba la Glándula Pituitaria, el Sexto Sentido, porta-luz y paje de la Glándula Pineal. Entonces la vida de cualquier individuo tenía un promedio de doce a quince siglos.

Y se levantaron gigantescas ciudades protegidas con enormes piedras formadas con lava de volcanes. Conocí también los últimos tiempos de la Tercera Raza y viví en aquella época citada por el Génesis, esa antigua edad en que Adán y Eva fueron arrojados del Edén. Por esos tiempos ya la humanidad se había dividido en sexos opuestos; el acto sexual fue entonces un sacramento que sólo se podía realizar dentro de los templos.

En determinadas épocas lunares, las tribus lemures realizaban largos viajes, salían en peregrinaciones rumbo a los santos lugares con el propósito de multiplicar la especie (recordemos los viajes de Luna de Miel). Los lemures éramos todos hijos de la Voluntad y el Yoga; en la cópula sólo se usaba el Maithuna; nadie cometía el error de eyacular la Entidad del Semen.

Yo vivía en el campo con mi tribu, lejos de las amuralladas ciudades ciclópeas, morábamos en una gran choza, rancho o cabaña. Cerca a nuestra redondeada residencia con techo de palma, recuerdo con entera claridad que había un cuartel; los guerreros de la tribu se reunían allí. Sucedió que cierta noche, todos nosotros fascinados por un extraño poder luciférico resolvimos realizar el acto sexual fuera del templo; cada pareja se entregó a la lujuria.

Muy de mañana y como si nada hubiera sucedido, tuvimos el descaro, la desvergüenza, la insolencia, el atrevimiento de presentarnos como siempre en el templo. Entonces sucedió algo insólito, algo terrible. Vimos todos a un Dios de Justicia, a un gran maestro vestido con albas e inmaculadas vestiduras sacerdotales, que amenazándonos con una espada encendida que se revolvía por todos lados, nos dijo: "¡Fuera, indignos!". Es claro que huimos aterrorizados. Es obvio que este acontecimiento se repitió en todos los rincones del enorme continente Mu. Así fue como la humanidad, Adan-Eva, fue sacada del Huerto del Edén.

Doctrina Gnóstica develada por Samael Aun Weor