En la Zona Arqueológica de Xochicalco, encontramos una de las obras maestras más extraordinarias que se ha realizado, en donde se conjuga bellamente el arte, conocimientos científicos, astronomía y un gran contenido esotérico de gran trascendencia.
Por otra parte asombran las ocho gigantescas serpientes emplumadas, dos para cada punto cardinal, recordándonos los ocho Kabires o maestros que rigen el universo. En estas culturas la serpiente simboliza la sabiduría, la maestría y el conocimiento interior.
Cuando la serpiente está emplumada, sintetiza el trabajo que se tiene que realizar internamente; el cual se refiere a la destrucción de los miles de defectos psicológicos es cuando uno va transformándose en serpiente de sabiduría; y si complementamos ese trabajo interior ayudando a la humanidad desinteresadamente y fabricando los cuerpos existenciales superiores del Ser, es como la serpiente puede ser tragada por el águila o quetzal para convertirse en una serpiente emplumada, un prototipo de perfección.
La serpiente también es el símbolo de la Madre Divina, quien devora o asimila a su hijo cuando éste ha disuelto el ego totalmente y después de sucesivas purificaciones el tercer Logos a su vez se fusiona con la serpiente cuando se ha perfeccionado el candidato a la luz de la sabiduría inmortal.
Cada muro muestra dos colosales serpientes emplumadas, para recordarnos el binario serpentino del antiguo México, y la realidad palpitante que debemos encontrar en cada uno de nosotros. Una serpiente nos simboliza la luz, la Madre Cósmica, el eterno principio femenino divinal, el fuego sagrado; y la otra representa el fuego negativo, fatal, origen del ego bestial y al cual lamentablemente rendimos culto por nuestras malas acciones. ...
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