El superhombre
Distinguidos caballeros, damas: vamos a dar esta noche comienzo a nuestra disertación. Ciertamente, dentro de cada uno de nosotros hay un enigma que debe ser conocido; ¿de dónde venimos?
¿A dónde vamos? ¿Cuál es el objeto de nuestra existencia? ¿Por qué existimos? ¿Para qué?
Esos interrogantes nos invitan a la reflexión, si nos llegásemos a conocer a sí mismos, conoceríamos al mundo y al Universo.
Es pues necesario cumplir con la máxima de Tales de Mileto, “gnosce te ipsum”: “hombre, conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a los Dioses”.
En la sabiduría de Anawak se habla sobre Omeyocan, el lugar dos, donde todo es dos, para hacerse uno y saberse dos. Cuando uno investiga algo sobre eso que llama Omeyokan, llega incuestionablemente al ombligo del Universo. En realidad de verdad, todo lo que surge del Omeyokan aparece en forma de esfera. Las esferas se desdoblan hacia afuera y luego se reinvierten hacia adentro, hasta el punto de partida original, hacia el Omeyocan.
Son revertibles las esferas, como bien dijera el licenciado presidente José López Portillo en su magistral obra titulada “Don Q.”. Las esferas se multiplican hacia afuera, hacia adentro y hacia los lados. Ver más.....