Este Niño de Oro, nuestro Cristo Intimo, tiene los mismos atributos de Hermes, el Tres Veces Grande, Hijo del Altísimo, Hijo del Espíritu e Hijo del Alma. Por eso, los Tres Reyes Magos le ofrendan con sus regalos, en calidad de Hijo de Dios, Hijo de Rey e Hijo de Hombre.
Gaspar, Rey de la India, le lleva nardo, cinamono, canela, incienso y otras esencia aromáticas, que esparcieron un perfume de inmortalidad en la gruta. El aroma del espíritu del Anciano de los Días. Y el rey Gaspar contestó: Reconocí en Él al hijo de Dios encarnado, sentado en un trono de gloria, y a las legiones de los ángeles incorporales, que formaban su cortejo.
Baltasar, Rey de Arabia le ofreció oro, plata, piedras preciosas, perlas finas y zafiros de gran precio. Las virtudes del Rey coronado de la alquimia, el Intimo. Baltasar contestó: Se me presentó a modo de un hijo de rey, rodeado de un ejército numeroso, que le adoraba de rodillas.
Melchor, Rey de Persia, le presentó mirra, áloe, muselina, púrpura, y cintas de lino. Objetos sagrados para la muerte. Melchor, expuso: Yo le vi como hijo del Hombre, como un ser de carne y hueso, y también le vi muerto corporalmente entre suplicios, y más tarde levantándose vivo del sepulcro.
Y EL NIÑO CRECIA. El Alma Humana que ha recibido el Don preciso del Sol, el Niño de Oro, tiene en si misma una responsabilidad de lesa majestad: cuidar a ese niño mientras va creciendo. José y su esposa permanecieron secretamente en la caverna, teniéndole oculto, para que persona alguna supiese nada. Y, tomando todos los tesoros aportados por los magos, José los escondió cuidadosamente en la gruta...