Lo primero será una postura cómoda que permita relajar el cuerpo y la mente con la técnica de la respiración. A continuación pasaremos a la concentración en el corazón, tratando de escuchar sus latidos, reflexionando en la funciones físicas y espirituales de éste.
Empezarás ahora con inhalaciones y exhalaciones de aire profundas, procurando tener la boca debidamente cerrada. Siete veces se repite esta parte del ejercicio. En las inhalaciones hay que llenar muy bien los pulmones de aire y se contiene unos segundos, luego exhalamos totalmente.
Volvemos a repetir las inhalaciones, pero esta vez respirando de modo natural. Terminada esta parte del ejercicio, nos olvidamos de la respiración, respirando lo necesario para concentrar la atención en los latidos del corazón.
Así como existe un flujo y reflujo en la respiración, de igual modo cada latido del corazón es un flujo y reflujo de la vida y el resultado es la vida del cuerpo físico y en la esencia del Ser la cristalización de eso que llamamos Alma. Una Alma se tiene, un espíritu se es....
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