Cuando se piensa en sexo, la gente se acuerda únicamente de sus vicios, de sus lascivias, de sus inmundas fornicaciones, de sus abominables adulterios. Miremos nosotros cómo se unen los polos positivo y negativo en el cáliz de la flor para que haya creación; miremos nosotros las especies que viven y alientan bajo los rayos del Sol.
El Cisne, por ejemplo, con su libido plumaje, nos habla de amor. El Cisne, se alimenta de amor; cuando uno de la pareja muere, el otro sucumbe de tristeza. Existe una Orden del Cisne, que existe tanto en Europa como en los Estados Unidos; dicha Orden solamente se dedica a estudiar ESO que se llama AMOR.
Obviamente, el amor fluye del fondo mismo de la Conciencia, es un funcionalismo del Ser, es un energía cósmica y trascendental. Para que haya amor, se necesita que haya afinidad de pensamientos, afinidad de sentimientos, preocupaciones mentales idénticas.
El beso es la comunión mística de dos Almas, ávidas de expresar en forma sensible lo que interiormente viven; el acto sexual, en sí mismo, es la consubstancialización del amor en el realismo psico-fisiológico de nuestra naturaleza.
Miremos a un anciano enamorado: se rejuvenece, todas sus glándulas trabajan mejor y las energías que fluyen del fondo de la Conciencia reactivan esos pequeños micro-laboratorios que se llaman las glándulas endocrinas; entonces ellas producen mayor aflujo, mayor poder, mayor cantidad de Hormonas. ...
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