Las dos Marías. La Diosa Blanca y la Diosa Negra
Hay dos diosas de extraordinaria belleza, una es la Diosa Blanca y otra es la Diosa Negra. Las dos caras de la Naturaleza: la luz y las tinieblas.
La Naturaleza y su sombra. La una es de belleza terriblemente divina, la otra es de belleza terriblemente maligna. La una es la Serpiente de bronce que sanaba a los y israelitas en el desierto, la otra es la Serpiente tentadora del Edén.
Quien lea la obra «El Kundalini», de Cherenzi, admirará el hermosísimo canto a la Naturaleza que Omar Cherenzi Lind estampó en este libro. Naturalmente a nadie se le ocurre pensar siquiera por un momento, que ese libro es una obra de magia negra, pero a lo que canta a Cherenzi es a la Diosa Negra, al océano tenebroso de la Naturaleza, mejor dijera, a la sombra de la Naturaleza. Los mejores magos negros cantan a la Diosa Negra.
Ellos tienen sus iniciaciones tenebrosas análogas a las iniciaciones blancas; ellos son los adoradores de la Diosa de las tinieblas; ellos aman el mundo de las tinieblas, le rinden todo su amor y le cantan a la Diosa Negra. Sobre sus altares nunca falta la estatua de la Diosa Negra, entre la siniestra vitrina.
Voy a relatar una iniciación negra tal como entre dos colaboradores la observamos en el Astral: fue el neófito sacado de su cuerpo físico en su Astral durante la hora del sueño, se le hizo fiesta en una calle, todos los de la fiesta eran magos negros; luego fue llevado el neófito a un templo tenebroso de color amarillo, aquel templo tenebroso visto desde lejos, tenía el aspecto inofensivo de una iglesia amarilla.